Hay distintas maneras de tratar las plantas para que podamos dar respuesta a nuestras necesidades.
Detectar una dolencia, una carencia o una necesidad y saber que plantas podemos usar no lo es todo.
También debemos saber como tratarlas para aplicarlas de manera adecuada. Hoy, os dejamos la diferencia entre infusión, decocción, maceración, tintura, zumo y jarabe.
Infusión
En la infusión la sustancia debe ser desmenuzada y colocada en un recipiente, donde verteremos la cantidad de agua hirviendo necesaria. Dejaremos reposar una media de 5 a 20 minutos hasta que se enfríe. Por último, se filtra y se estruja el residuo para recoger la mayor parte de los principios activos.
La infusión se bebe caliente, nunca hirviendo y casi nunca fría. En ocasiones, una infusión con un sabor especialmente amargo resulta más aceptable si se bebe a temperatura ambiente.
Pueden utilizarse también para compresas, lavados, baños, enjuagues y gargarismos.
Decocción
Según los casos, se mete la planta desmenuzada y majada durante unas horas en el agua necesaria, fría o hirviendo (se deja hervir unos diez minutos). Para terminar, se filtra y en caso necesario se estruja el residuo para extraer todo el jugo.
Cuando hay que preparar una taza de decocción o bien una pequeña cantidad, se recomienda utilizar una cantidad de agua ligeramente superior para compensar la que se pierde por evaporación.
Las decocciones se utilizan de múltiples maneras y a las temperaturas descritas para las infusiones.
Maceración
Es una técnica adoptada para extraer en un tiempo prolongado todas las sustancias activas, sobre todo las que pueden alterarse con facilidad a temperaturas elevadas. De hecho, se vierte la sustancia vegetal desmenuzada y majada en el agua a temperatura ambiente. Se deja en reposo durante uno o más días (incluso un mes) en función de las especies utilizadas.
Durante todo este tiempo hay que ir agitando periódicamente la mezcla. Por último, se cuela con cuidado apretando los vegetales macerados.
Tintura
Se obtiene extrayendo las sustancias mediante alcohol, éter, una mezcla de ambos, vino y otros alcoholes.
Se puede recurrir también a la maceración (por lo que tendremos que dejar la mezcla en reposo), o por simple filtración.
En este caso, haremos gotear el líquido a través de la masa contenida en unos recipientes largos y estrechos. El alcohol que usaremos puede ser puro o de graduación inferior.
Para obtener un litro de alcohol de menor graduación, basta con diluirlo con agua hasta alcanzar la graduación deseada. También podemos obtener tinturas a base de vinagre o glicerina.
Los licores y vinos aromatizados son maceraciones alcohólicas especiales. Además de su uso terapéutico, con frecuencia se preparan con objeto de resultar agradables al paladar.
Hay que tener en cuenta que las preparaciones a base de alcohol deben ser consumidas con moderación y se desaconsejan para las personas de corta edad.
Zumos
Se obtienen exprimiendo los frutos frescos. Su uso se relaciona sobre todo con la preparación de jarabes. Se pueden obtener zumos mediante el exprimido o centrifugado de hierbas para obtener sales minerales y diferentes sustancias orgánicas.
Jarabe
Este preparado tiene como único propósito vehicular sustancias activas cuyo desagradable sabor queremos disimular. De hecho, se prepara un líquido denso mezclando agua y mucho azúcar en el que disolveremos las sustancias medicamentosas.
Cabe decir que el uso de jarabes debe ser excepcional y en ningún caso se administrarán a diabéticos o personas que sigan una dieta hipocalórica.